(Parte 1) ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN Y MODOS DE DOMINACIÓN – P. BOURDIEU

Una de las preguntas más importantes respecto del mundo social es la de saber por qué y cómo este mundo dura, persevera en el ser; cómo se perpetúa el orden social, es decir, el conjunto de relaciones de orden que lo constituyen. Para responder verdaderamente a esta pregunta, hay que rechazar tanto la visión “estructuralista” –según la cual las estructuras, llevando consigo el principio de su propia perpetuación, se reproducen con la colaboración obligada de los agentes subordinados a sus presiones–, como la visión interaccionista o etnometodológica (o más generalmente marginalista) –según la cual el mundo social es el producto de actos de construcción que los agentes operan, en cada momento, en una

Capture especie de “creación continua”. Hace falta, en otros términos, rechazar la pregunta sobre si los signos de sumisión que los subordinados conceden continuamente a sus superiores hacen y rehacen sin cesar la relación de dominación o si, a la inversa, la relación objetiva de dominación impone los signos de sumisión. De hecho, el

mundo social está dotado de un conatus, como decían los filósofos clásicos, de una tendencia a perseverar en el ser, de un dinamismo interno, inscrito a la vez en las estructuras objetivas y en las estructuras “subjetivas”, las disposiciones de los agentes, y continuamente conservado y sostenido por acciones de construcción y reconstrucción de las estructuras que dependen en su principio de la posición ocupada en las estructuras por aquellos que las llevan a cabo. Toda sociedad descansa sobre la relación entre dos principios dinámicos, que son desigualmente importantes según las sociedades y que están inscritos, uno, en las estructuras objetivas, y más precisamente, en la estructura de la distribución del capital y en los mecanismos que tienden a asegurar la reproducción; el otro, en las disposiciones (a la reproducción); y es en la relación entre estos dos principios que se definen los diferentes modos de reproducción, y en particular las estrategias de reproducción que les caracterizan.

Pierre BourdieuNo es fácil reconstituir de manera exacta el espacio de posibles teóricos frente al cual estaba colocado cuando, en los años sesenta, comencé a interesarme, a propósito del caso de Kabylia y del Béarn, en la lógica de los intercambios matrimoniales y las prácticas testamentarias. Lo que es seguro es que estaba dominado por la visión estructuralista que, a favor de la noción de regla, podía dar las apariencias de una revolución teórica a una restauración del juridicismo que, desde el origen, había frecuentado las investigaciones etnológicas en materia de teorías sobre el parentesco, como lo ha mostrado Louis Dumont, pero también y sobre todo en materia de teorías de la devolución de los bienes. Es típica de esta visión la lectura que Emmanuel Le Roy Ladurie hará de los trabajos de Jean Yver que conducen a definir áreas geográficas al interior de las cuales se imponen normas testamentarias inflexibles, dejando sin ningún lugar a los acomodos y a las negociaciones.2

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Imagen (1). Sigue en imagen (2)

Sin duda porque participé de esa mood teórica, incontestablemente ligada al prestigio extraordinario que entonces detentaba, a los ojos de todos los investigadores en ciencias sociales, la obra de Claude Lévi-Strauss, y particularmente Las estructuras elementales del parentesco, yo había intentado, en un primer trabajo sobre el caso de Béarn, construir un modelo ligando los intercambios matrimoniales a las tradiciones testamentarias.3 Pero un estudio más profundo de matrimonios concretos, y en particular de separaciones, tanto en Kabylia como en Béarn, me condujo poco a poco a poner en duda la visión estructuralista, que tal vez debía una parte de su seducción al hecho de reducir el funcionamiento social a una suerte de mecanismo de relojería, puesto al día por una especie de Dios relojero, exterior y superior a su creación. Me parecía, en efecto, que tanto en el caso de Kabylia como en Béarn, la norma oficial, el “matrimonio preferencial” con la prima paralela o el derecho de primogénito, no era más que una de las presiones, y no la más imperativa, con las cuales los agentes debían contar para concebir sus estrategias testamentarias o matrimoniales; y por tanto debía abandonar la visión altiva y la “mirada distante” que caracterizaban la visión estructuralista para colocarme, a través de un cambio radical de “paradigma” (en el sentido de Kuhn), simbolizado por el recurso a la noción de estrategia, al principio mismo de la práctica, en el punto de vista de los agentes –lo que no quiere decir, como a veces lo ha sugerido Lévi-Strauss, en su conciencia, por una regresión hacia una fenomenología subjetivista, que sirve de fundamento a una visión ingenuamente “espontaneísta” del orden social.4

imagesCAPYHE8SEste cambio de la relación a los agentes –menos distante– y a la práctica –menos intelectualista– implicaba una transformación profunda de la perspectiva sobre las prácticas, es decir, la construcción de una teoría de la práctica fundada en una teoría reflexiva de la mirada teórica (o del “scholastics bias”) que implicaba una transformación profunda de la manera de realizar la investigación sobre las estrategias matrimoniales y testamentarias. Es así, por ejemplo, que en el caso de Kabylia, pude mostrar, con Abdelmalek Sayad, que ese elemento fundamental del capital simbólico que es el nombre propio era la apuesta de estrategias extremadamente complejas, tanto para los ascendentes como entre los descendientes –estrategias que otros han podido observar en lugares y tradiciones muy diferentes.5 Hablar de apuestas, exige abandonar la lógica mecanicista de la estructura por la lógica dinámica y abierta del juego, y obligarse a tomar en cuenta, para comprender cada nueva jugada, toda la serie de jugadas anteriores, tanto en materia matrimonial como en materia testamentaria. Es obligarse a reintroducir el tiempo –que Leibniz definía como “el orden de las sucesiones”– y también, a la manera de los mismos agentes, el conjunto (o el sistema) de estrategias de todos los tipos, matrimoniales y testamentarias, pero también económicas, educativas, etc., que están en el principio del estado del juego y del poder sobre el juego, y, a través de él, de toda nueva estrategia.

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Imagen (2). Viene de imagen (1)

El cuerpo de proposiciones teóricas que voy a intentar exponer se apoya sobre toda una serie de análisis históricos muy precisos de las estrategias que, en contextos muy diferentes, agentes muy distintos –los campesinos kabyles o de Béarn, los líderes de las industrias preocupados por asegurar la perpetuación de su empresa o de los empleados deseosos de transmitir su capital cultural asegurando su conversión en capital escolar– aplican, y a través de las cuales se completa el

conatus de la unidad doméstica. Lo mismo que los análisis llamados etnológicos que llevé a cabo a propósito de Béarn o de Kabylia no han dejado de orientar mis investigaciones sobre las estrategias educativas que las diferentes categorías sociales ponen en marcha, hoy día, en todas las sociedades avanzadas, para reproducir su posición en el espacio social, esos análisis llamados sociológicos me han permitido comprender más adecuadamente las transformaciones de las estrategias matrimoniales de las sociedades rurales que han estado determinadas por la unificación del mercado de bienes simbólicos y por la transformación profunda del sistema de mecanismos de reproducción, ligado al crecimiento extraordinario del peso del sistema escolar.6

Notas:

  1. Este texto es la trascripción del curso del Colegio de Francia impartido en Göttingen, Alemania, el 23 de septiembre de 1993. Apareció publicado por primera vez en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 105, en diciembre de 1994.
  2. J. Yver. (1966). Égalité entre héritiers et Exclusion des enfants dotés. Essai de géographie coutumière. Paris: Sirey. E. Le Roy Ladurie. (1972), “Structures familiales et coutume d’héritage en France au XVIe siècle: système de la coutume”, Annales ESC, 4-5, p.825-846, retomado en Le Territoire de l’historien. Paris: Gallimard, p. 222-251.
  3. P. Bourdieu. (1962) “Célibat et condition Paysanne”, Études rurales, 5-6, abril-septiembre, p. 32-136. Sobre este trabajo y sus prolongaciones y perfeccionamientos en la tradición etnológica, véase el número especial de la revista Études rurales: “La terre, secesión et héritage”, 1988, p. 110-113.
  4. La noción de estrategia, tal como yo la utilicé, tenía como primera virtud la de tomar en cuenta las presiones estructurales que pesan sobre los agentes (contra ciertas formas del individualismo metodológico), al mismo tiempo que la posibilidad de respuestas activas a esas presiones (contra cierta visión mecanicista del estructuralismo). Como lo indica la metáfora del juego, esas presiones están inscritas, por lo esencial, en el capital disponible (bajo sus diferentes especies), es decir, en la posición ocupada por una unidad determinada en la estructura de la distribución de ese capital, en la relación de fuerzas con otras unidades. En ruptura con el uso dominante de la noción, que considera las estrategias como los objetivos concientes y a largo plazo de un agente individual, yo empleaba ese concepto para designar a los conjuntos de acciones ordenadas en busca de objetivos a más o menos largo plazo y no necesariamente admitidos como tales, que son producidos por los miembros de un colectivo como sería el caso de la familia (Cf. P. Bourdieu. “Les stratégies matrimoniales dans le système de reproduction”, Annales, 4-5, julio-octubre, 1972, pp. 1105-1127; Cl. Lévi-Strauss, “L’ethnologie et l’histoire”, Annales ESC, 6, noviembre-diciembre 1983, pp. 1217-123; P. Bourdieu, «De la règle aux stratégies» en Choses dites. Paris: Minuit, 1987, pp. 75-93)
  5.  Bourdieu, Esquisse d’une théorie de la pratique, Genève, Droz, 1966, pp. 82-83, 133-137; Christiane Klapisch-Zuber, La Maison et le Nom, stratégies et rituels dans l’Italie de la Renaissance, Paris, École des hautes études en sciences sociales, 1990.
  6. P. Bourdieu, “Reproduction interdite. La dimension symbolique de la domination économique”, Études rurales, No 113-114, enero-junio, 1989, pp. 15-36; “Le patronat”, Actes de la recherche en sciences sociales, 21, marzo-abril, 1978, pp.3-82.

 

 

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